Rodilla
Traumatólogos Zaragoza
Lesiones meniscales
¿En qué consisten?
Los meniscos son estructuras fibrocartilaginosas con forma de semiluna, que se encuentran en el interior de la rodilla, entre el fémur y la tibia. Tenemos un menisco interno y otro externo en cada rodilla, y ambos ejercen una función de amortiguación, a la vez que aumentan la congruencia y estabilidad entre las superficies de la articulación.
Pueden producirse lesiones meniscales degenerativas, más frecuentes en pacientes mayores de 40-50 años, que no tienen por qué presentar un antecedente traumático identificable, y ocurren por “fatiga meniscal”, cuando se vence el límite de plasticidad/elasticidad del menisco. Pueden ser bien toleradas y no requerir tratamiento quirúrgico.
También hay otras lesiones agudas, típicas de pacientes más jóvenes, que presentan un antecedente traumático -se suelen producir tras un giro de rodilla, con el pie fijo en el suelo; o tras un mecanismo de flexión/extensión forzados, como puede ocurrir al levantarse de una posición de cuclillas-. Éstas suelen manifestarse en forma de derrame articular, con dolor y posible bloqueo para la flexoextensión. En muchos casos requieren tratamiento quirúrgico, que se lleva a cabo mediante cirugía artroscópica.
Los meniscos son tejidos con una vascularización precaria periférica, lo cual determina diferentes modos de tratamiento según el tipo de lesión. En muchos casos -cuando se trata de roturas irreparables, o en zonas mal vascularizadas- se realiza una resección del fragmento meniscal roto, procurando mantener indemne todo el menisco sano, para que siga realizando su función y evite una degeneración precoz articular. En otros casos, puede ser posible reparar la lesión mediante sutura, lo cual permite conservar todo el menisco. Esto proporciona un mejor resultado a largo plazo, pero implica un período rehabilitador inicial más prolongado.
La cirugía de menisco puede hacerse de manera ambulatoria o con un ingreso de 24 horas. El paciente se marcha a casa caminando por su propio pie, con ayuda de bastones, que retira 1 semana después (excepto en caso de sutura meniscal, donde debe mantenerlas entre 4 y 6 semanas, para proteger la reparación). La reincorporación laboral suele ser posible hacia el mes de la cirugía, pudiendo retomar la actividad deportiva normal hacia los 2-3 meses.
Ligamento cruzado anterior
¿En qué consiste?
Es uno de los principales estabilizadores de la articulación de la rodilla. Su rotura, que suele ser completa, suele acompañarse de una sensación de crujido y de un importante derrame articular y puede asociarse a la lesión de otros ligamentos y/o de los meniscos.
La lesión habitual ocurre en deportistas durante la carrera o el salto, cuando frenan o cambian bruscamente de dirección mientras la pierna sigue fija en el suelo. También puede romperse tras un traumatismo directo, por un impacto sobre la rodilla mientras el pie está fijo en el suelo, o al dar una patada al aire. Es una lesión relativamente frecuente en el esquí, fútbol, baloncesto, tenis y rugby, siendo en determinados deportes más frecuente en mujeres.
En pacientes deportistas y jóvenes (normalmente por debajo de los 50-55 años), se propone un tratamiento quirúrgico artroscópico para suplir el ligamento roto por un injerto. Los más usados en la actualidad son la plastia de isquiotibiales o la de hueso-tendón-hueso, que incluye parte del tendón rotuliano. Con este procedimiento se pretende restaurar la estabilidad de la rodilla, previniendo episodios de fallo/inestabilidad que de otro modo podrían acelerar el desgaste/degeneración artrósica de la articulación.
Para esta cirugía no se ha establecido una edad mínima, estando actualmente indicada en pacientes adolescentes o incluso en edad infantil. En pacientes mayores de 50-55 años, que no lleven a cabo ejercicio físico intenso que implique saltos o giros, o que no presenten inestabilidad, se puede llevar a cabo un tratamiento fisioterápico y rehabilitador, evitando el paso por quirófano.
La cirugía conlleva 24 horas de ingreso hospitalario, permitiendo el apoyo de peso con ayuda de muletas desde el momento en que el paciente se marcha a casa. Se suele realizar un tratamiento rehabilitador postoperatorio intensivo, iniciando ejercicios en piscina y/o bici estática a partir de las 2-3 semanas desde la cirugía. Habitualmente la reincorporación laboral se produce hacia los 2-4 meses. El retorno a la actividad deportiva tiene lugar a los 6-9 meses para actividades de impacto o que impliquen salto y giro, permitiendo en la mayoría de los casos recuperar un nivel deportivo similar al que tenía previamente a la lesión.
Prótesis total de rodilla
¿En qué consiste?
La articulación de la rodilla está formada por la parte distal del fémur (cóndilos femorales), la parte proximal de la rodilla (meseta tibial) y por la rótula.
Diferentes enfermedades como la artrosis primaria, artritis reumatoide o psoriásica, necrosis avascular de algún cóndilo femoral…pueden llevar a una situación de deterioro articular donde los cartílagos se deterioran y el paciente comienza a sentir dolor, rigidez y limitación funcional, disminuyendo mucho su calidad de vida.
La artroplastia total de rodilla es, junto con la de cadera, una de las intervenciones quirúrgicas más exitosas dentro de la traumatología, ya que se estima que aproximadamente el 95 % de los pacientes consiguen resultados de buenos a excelentes, y la tasa de supervivencia de la prótesis convencional es del 94 % a los 10 a 15 años.
La cirugía consiste en sustituir las superficies articulares dañadas por tres componentes: uno metálico en fémur, otro en tibia (generalmente ambos se fijan al hueso usando cemento) y un tercer componente de plástico (polietileno) que se sitúa entre los anteriores. En el 5 % de los casos aproximadamente, las rótulas también han de proteizarse, colocándole un pequeño implante de polietileno.
Esta prótesis va a permitir recuperar el normal funcionamiento de la rodilla, eliminando el dolor intenso que sufren estos pacientes tanto al caminar como en reposo. De este modo, el paciente va a poder recuperar la calidad de vida perdida y volver a caminar con normalidad.
El éxito de la prótesis de rodilla no solo consiste en una buena técnica quirúrgica y elección de implantes, sino también en una correcta rehabilitación posterior, en la que juega un papel importantísimo la labor del propio paciente.